Opinión: El legado que Kobe Bryant le dejó a la NBA

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Cuando Michael Jordan dejó la NBA tras conseguir su último título en 1998 (su paso por los Washington Wizards no será tomado en cuenta para esta columna) la Liga ingresó en un páramo en busca de un líder, de su cara más icónica, aquella que ocupó la de MJ durante todo su reinado.

En esa realidad fue cuando emergió un tal Kobe Bryant a agarrar una antorcha que había sido acomodada en un rincón, a la espera de ser levantada.

Dejemos de lado los números para esta editorial. El legado de Kobe que perdurará a lo largo y ancho de la NBA, quizás en lo que reste de su historia hasta el fin de los tiempos, será su mentalidad. Su actitud adentro de la cancha. Su instinto asesino. Su mamba mentality.  La fiereza con la que Kobe disputaba cada partido como si fuera el último, o como si fuera el último y además una final absoluta. Está más que claro que a principios de milenio era, por un largo margen, el mejor jugador activo. Fue la razón por la cual existió una dinastía de Los Angeles Lakers desde 2000, con su capítulo final cuando consiguió su último título en 2010.

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Estas líneas no son para intentar ubicar a Kobe Bryant en ninún ranking ni en ninguna lista sobre los mejores jugadores de la historia. Es para destacar que, luego del reinado de Jordan y hasta la nueva era que estamos transitando con LeBron James al mando, Kobe fue el amo y señor de la NBA. Lo vemos en los más jóvenes: los jugadores que hoy están en sus veintitantos años crecieron idolatrando a Kobe, impactados por su estilo implacable adentro de la duela. Joel Embiid dice que se quedaba despierto en Yaoundé, Camerún, impresionado y enamorado de los movimientos de Bryant. Jason Tatum, que tuvo unos playoffs espectaculares con los Celtics, cuenta que su jugador favorito siempre fue Kobe, y tener la posibilidad de entrenar con él es algo increíble. Y la lista sigue.

Reina ahora en las charlas de NBA un deje de ninguneo por la carrera de Kobe. Estamos hablando de, luego de Jordan, el mejor anotador de la historia. ¿Hay chances de que sea superado por Kevin Durant? Sí, las hay. Pero es imposible, o realmente muy lejano, que alguien supere actitudinalmente el espíritu que traía Kobe a la cancha cada vez que se disponía a jugar. De nuevo, meterse en el plano de las estadísticas es engolosinar una discusión que nada tiene que ver con lo planteado. Así como tampoco ingresaremos en el terreno de lo contrafáctico, ya que si Shaq y Kobe continuaban juntos unos años más, podrían haber todo absolutamente todos los récords habidos y por haber gracias a su gigantesca dominación.

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Kobe marcó a una generación que no tuvo el placer cognitivo de disfrutar a Jordan. Marcó a una generación que hasta que sus brazos ya no funcionen, quizás, cada vez que arrojen un pedazo de papel al cesto de basura gritarán "¡Kobe!". Marcó la mente de todos los jugadores post-Bryant, que ahora llegan a la NBA con una actitud asesina y ganadora, cosechada de ver a Kobe en sus televisores ganarle a absolutamente todos los equipos, con partidos de 40 puntos tan comunes como quien agarra un rebote en solitario. 

Para finalizar, su último partido, luego de 20 años de carrera con la camiseta de los Lakers fue el súmmum de su historia en la NBA. Golden State Warriors iba por el récord en temporada regular a la misma hora que él. Pero increíblemente (o no), ese partido quedó apartado, chiquitito, ante lo de Kobe. Le hizo 60 puntos a Utah Jazz para retirarse por la puerta grande, demostrando que no le gusta perder ni en un juego donde no había absolutamente nada en línea y donde si marcaba solamente un punto hubiera sido ovacionado igual. Pero no. 60 puntos, incluyendo tiros clutch, como los que más le gustaban tomar. Fue una noche que quedó para el recuerdo y que será contada por los años y años que venir. Fue la definición animada de lo que dejó el legado Kobe: su mamba mentality. 

 

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