Quizá por su personalidad apagada o su estilo de juego metódico sin demasiado lugar para la sorpresa, el dominio de Kawhi Leonard suele pasar algo desapercibido. Al menos en comparación a lo que su nivel de producción despertaría si lo consiguiera alguna otra figura de la liga. Y en este caso no estamos hablando de su impacto en general, sino sencillamente de lo que da como anotador, donde se encuentra entre los mejores de todos los tiempos.
Sí, por más que suene raro, esta versión de Kawhi Leonard es la de uno de los mejores anotadores de la historia de la NBA. No hay forma de debatir lo contrario.
Su serie reciente ante Dallas Mavericks es una prueba de ello. Kawhi fue absolutamente indetenible para los Mavs, rompiendo cada propuesta de Carlisle con su nivel robótico nivel de acierto. Sea dominando a un marcador en el uno contra uno o encontrando espacios en la zona que propuso Dallas desde el Partido 5.
La tarea de Leonard en la serie fue salvaje y así lo reflejan sus números: 32,1 puntos, 7,9 rebotes, 4,6 asistencias, 2,3 robos, 1 tapa, 61,2% de campo, 42,5% en triples y 89,8% en tiros libres.
Pero de nuevo, centrémosnos simplemente en el factor anotación, donde tuvo una combinación de volumen y eficacia pocas veces vista. En la historia de los Playoffs, solamente aparece otro caso de un jugador capaz de promediar 32 puntos y 60% de campo en una serie a siete partidos. Y hablamos de quizá el pivote más dominante de la era moderna: Kareem Abdul-Jabbar.
Kareem lo consiguió en la 1° Ronda de los Playoffs de 1977, donde sus Lakers vencieron a los Warriors de Rick Barry por 4-3. Aquel equipo angelino tenía a Abdul-Jabbar como única gran figura y el pivote respondió en el cruce con promedios de 37,1 puntos, 18,7 rebotes y 60,7% de campo. Incluyendo un 36+26 en el decisivo séptimo encuentro.
Aunque claro, la eficacia de cancha de Kawhi toma todavía más valor si le sumamos que a diferencia de Kareem, hablamos de un jugador que tomó 5,7 triples por partido en esta 1° Ronda. Un lanzamiento que lógicamente suele representar porcentajes más bajos que los que toma un pivote de juego en la pintura.
Incluso si nos ponemos más flexibles y extendemos la búsqueda a series que se fueron a seis partidos en lugar de siete, a ese club de 32-60 solo se suma Shaquille O'Neal en las Finales del 2000 ante los Pacers, donde promedió 38 puntos y un 61,1% de campo.
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La producción anotadora de Leonard ante Dallas solo se compara con la de dos de los pivotes más imparables de la historia, como Kareem y Shaq. Así de demoledora fue su tarea. Aunque claro, tampoco es tan sorprendete si consideramos que se trata de un jugador que desde los Playoffs 2017 promedia 29,6 puntos, 8,7 rebotes, 4,5 asistencias y un 51,1% de campo en 56 partidos de postemporada. Un monstruo que sigue ganándose un lugar entre los grandes.
Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.