James Harden lidera otro duro golpe para los Boston Celtics

James Harden, entre Marcus Smart y Al Horford

Boston Celtics 104 - Houston Rockets 115

Estadísticas 

Los Rockets, con James Harden al frente, pesan a día de hoy más que el orgullo de los Celtics

Aunque claro, también se puede hacer otra lectura diferente. Es muy difícil salir airoso cuando te poner a defender y a apretar en defensa cuando te ves 28 puntos abajo en el tercer cuarto (46-74). Un esfuerzo loable que logró encender a un apático e irreconocible TD Garden. Boston llegó a reducir la desventaja por debajo de la psicológica barrera de los 10 tantos. Un premio menor. De consolación.

Houston, a pesar de ver cómo el rival le iba comiendo la diferencia como un perro rabioso, siempre mantuvo la calma. No se precipitó y acabó sentenciando. En la labor de apagafuegos resultó clave el rebote ofensivo. Las cuatro segundas opciones que dieron entre PJ Tucker y Nene en el cuarto decisivo valieron su peso en oro. Detalles que marcan la diferencia. Oxígeno para unos Rockets que masacraron a los pupilos de Stevens desde la larga distancia. 21 triples en 51 intentos.

Harden y sus secuaces imponen su ley

James Harden, entre Marcus Smart y Al Horford

Especialmente acertado se mostró Eric Gordon. El hombre sobre cuya muñeca se cimentó el despegue de los cohetes. 32 puntos acabó firmando el escolta, una pesadilla durante la primera mitad. Con un Chris Paul cómodo en la dirección (15 tantos, 6 rebotes y 12 asistencias), James Harden volvió a acaparar los focos. Varios de sus lanzamientos o penetraciones fueron minando la fe de los locales. Claro candidato a revalidar su condición de MVP, su sangre fría y talento pesaron más que el sempiterno orgullo de la tropa celtic.

La Barba, liberado ya de la presión una vez finiquitada su racha de partidos seguidos superando la treintena, se quedó en 42 tantos. Amén de 7 rebotes y 4 asistencias antes de ser eliminado por faltas.

Una sexta personal que forzó en ataque Jaylen Brown. El mejor en los de Boston. Junto con el tercer cuarto de Marcus Smart. El corazón de un equipo que cada día que pasa agranda la diferencia entre las expectativas creadas y el verdadero rendimiento. Brecha que sólo hace que engrandar el desplome.

Suerte que para los de Massachusetts aún quedan los playoffs. No un simple asidero, sino la hora de la verdad. El momento en el que se decidirá la temporada. Pero lo que hagan por el camino, además de mostrar una serie de síntomas cada día más preocupantes, importa. Vaya que sí importa. El hecho de que hayan sido sólo capaces de ganar un partido de los seis disputados tras el parón por el All-Star hace que las dudas se multipliquen.

No se puede edulcorar. Brad Stevens se encuentra ante el momento más complicado desde que emprendió el mando de la nave verde. Eso sí, crédito se ha ganado para sacar adelante la solución. Veremos.

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