Los Celtics renacen de sus cenizas en casa del bicampeón

Hayward

Golden State Warriors 95 - Boston Celtics 128

Lo avisó Kevin Durant en la previa. Los Celtics estarán bien en los playoffs. Lo que quizá no se esperaba es que estuvieran tan bien en la noche de este martes. Boston resurgió de sus cenizas. El muerto está muy vivo. Un triunfo inapelable. Incontestable. Un mensaje alto y claro. A pesar de estar protagonizando una temporada decepcionante, no hay que descartar a estos Celtics de ninguna batalla.

Quien piense lo contrario haría bien en verse al menos un resumen largo de la victoria conseguida en la pista del campeón. Apenas el segundo triunfo después del parón por el All-Star. Pero qué triunfo. Uno de esos que bien puede suponer un punto de inflexión en el devenir de la campaña.

Cual ave fénix, la agresividad, intensidad y atención volvieron a ser las señas de identidad de la defensa de los de Stevens. Ingredientes que, combinados, dejaron a Golden State por debajo de los 100 puntos ante su propia afición por tercera vez en esta campaña. Al mismo tiempo que la circulación y movimiento de balón en el ataque volvió a ser la que todos teníamos en la memoria. La ofensiva recuperó el pulso, encontrando los tiros abiertos, buscando siempre al compañero mejor liberado. Nada de hacer la guerra por su cuenta.

Boston y Hayward recuperan la sonrisa en el Oracle

Baynes festeja en el banquillo la paliza de los Celtics en el Oracle

Resultado, victoria de Boston por 33 tantos. La peor derrota de la temporada para los Warriors. La mayor derrota encajada en el Oracle en la era Steve Kerr.

Pero no fueron los Celtics el único muerto que resucitó. También lo hizo un excelente Gordon Hayward. De repente, volvió a ser el jugador que se ganó en Utah ser all-star y un máximo contrato. Los 30 tantos en 28 minutos del alero dejaron en la lona al campeón.

Un revés importante y doloroso que habla muy bien de quien no estuvo. Klay Thompson no recibe la atención de Stephen Curry y Kevin Durant, pero a lo largo de este ciclo glorioso de los californianos, ha sido un hombre igual de fundamental que ellos. No cabe duda. Sin el escolta, el trabajo atrás para los visitantes resultó más cómodo. Secaron a la dupla de MVP's. DeMarcus Cousins y Draymond Green tampoco estuvieron a la altura de un encuentro de estas dimensiones. Y no llegó ningún revulsivo por parte del banquillo, ni de los veteranos ni de los jóvenes.

Decepción para los Warriors en su casa

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Hay que remontarse al 28 de noviembre de 2009 para encontrar un tropiezo similar de Golden State ante su público. Desde luego que es una derrota abultada, pero anecdótica. Aunque eso sí, refleja un nuevo llamado de atención para los californianos. Cuando parecían haber alcanzado velocidad de crucero (el "modo playoffs", como dijo Curry), han vuelto a estancarse. Apenas tres triunfos en los últimos ocho compromisos. Un mal momento que, por ahora, no sirve para encender las alarmas. No es la primera vez que vemos esta película en los californianos.

Si hay que ser cautelosos con Golden State, también hay que serlo con Boston. Es sólo un partido. Pero al menos nos sirve para darnos cuenta de que en Massachusetts no se han olvido cómo se juega al básquett.

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Penalizando a la perfección las pérdidas que forzaron en su rival, Boston disfrutó sobre el parqué. De ahí sus 38 asistencias (la mejor marca de la franquicia en dos años) para 49 tiros de campo convertidos. Un equipo en el que Kyrie Irving (19 tantos y 11 asistencias) tuvo un rol destacado, pero no protagonista. Una tarea que le correspondió a Hayward, a quien no le recordábamos transmitir una alegría así desde hace mucho tiempo. Él ejemplificó la vigorosidad del banquillo. También los jóvenes se reencontraron con su mejor versión. Fue clave el aporte de Jaylen Brown y Jayson Tatum, quien dejó un tapón a Kevin Durant que resume a la perfección el encuentro.

Desde luego, los Celtics necesitaban una noche así, una forma ideal de reencontrarse consigo mismo y recuperar sensaciones.

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