Jerry Lucas, de estrella de instituto a su complicada llegada a la NBA

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La década de 1960 fue una época muy convulsa para la NBA. Aunque contaba con los activos en forma de jugadores necesarios para lanzar definitivamente el negocio a lo más alto, esta seguía siendo una competición muy minoritaria, deficitaria en algunos casos y que carecía de la atención mediática que otras ligas y deportes sí conseguían atraer. Todo periodo de crisis abre siempre la puerta a que otros aprovechen la oportunidad para establecerse en un escenario idéntico con el fin de adelantar a sus rivales.

Algo así sucedió en 1961 cuando Abe Saperstein logró dar vida a la ABL, una competición que pretendía rivalizar con la NBA y que reveló el problema que más tarde la ABA expondría. Para ello convenció al dueño de uno de los principales equipos semiprofesionales de la época fuera de la NBA, George Steinbrenner, que comandaba los Cleveland Pipers. En todo comienzo es preciso que haya una cara visible, alguien que llame la atención y que atraiga a la gente a los estadios y pocos alcanzaban a igualar el impacto que Jerry Lucas tenía en la zona de Ohio. 

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Una auténtica leyenda en la remota localidad de Middletown, justo entre Dayton y Cincinnati, Lucas hizo de su reducida altura una virtud, logrando dominar la pintura y los aledaños del aro como nadie. En su segundo año en el instituto, este lograría anotar 53 y 44 puntos en dos partidos seguidos del torneo estatal para alcanzar el primero de sus dos títulos consecutivos. Lucas lideró al Middletown High School a su etapa más brillante, encadenando 76 victorias sin conocer la derrota y alzándose con el premio al Mejor jugador de Ohio y numerosas nominaciones All-American. Lucas era por entonces tan buen anotador como reboteador, una figura propia de su época, alguien que capitalizaba el juego de su equipo sin abusar de individualidades y el jugador que toda universidad anhelaba tener. 

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Lucas no se movería de su Ohio natal, uniéndose a la universidad estatal para un periplo de 3 años pese a tener ofertas de instituciones de todo el país. "Quería ir a una escuela en Ohio y Ohio State era la única que me habló primero de los estudios. El resto me hablaron de deporte. Era como si todo mi futuro tuviese que resolverse alrededor del baloncesto y no era así". Y es que por entonces, el ala pivote ya era conocido por ser alguien con una personalidad diferente y que aprovechaba cada instante de su tiempo libre para leer y estudiar, ganándose el apodo de Dr. Memory. 

Tras finalizar su carrera universitaria los Cincinnati Royals no se lo pensaron dos veces y utilizaron su elección territorial en el Draft de 1962 para escoger a Lucas. Por entonces, las franquicias NBA tenían la posibilidad de seleccionar con su primera ronda a alguien de su zona de influencia económica con el fin de que los aficionados del lugar se sintiesen más representados con el equipo y así acudieran más al estadio. Esto podía aplicarse tanto a aquellos que fuesen nativos del Estado, de la ciudad o región o bien que hubieran completado el ciclo de college en una zona cercana. 

Es aquí donde comenzaron todos los problemas para la NBA. Y es que el mencionado Steinbrenner tenía otros planes con respecto a Lucas. A pesar de que los Royals le ofrecieron un contrato de entre 100.000 y 105.000 dólares, el interior no parecía estar en absoluto interesado por dar el salto al profesionalismo, más bien lo estaba en los negocios. De este modo, el dueño de los Pipers le presentó una oferta mucho menor en lo económico por 60.000 dólares a dos años, pero con la garantía de que podría seguir estudiando al tiempo que competía en la ABL. Además, le presentaron diferentes opciones de ganar dinero con negocios en la zona y un puesto de ejecutivo en una empresa a la que podría acceder cuando se retirase. "El contrato de Lucas fue la oferta más atractiva que he visto", contó el entrenador de Pipers, Bill Sharman en 2015. "Eclipsa cualquier contrato de Wilt Chamberlain, el jugador mejor pagado del baloncesto profesional".

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Por entonces, la liga rival estaba más cerca de desaparecer por cuestiones económicas que de comenzar su tercera temporada. Por ello, Steinbrenner inició conversaciones con la NBA con el objetivo de que le fuese garantizada una franquicia en los planes de expansión que años después el futuro comisionado, Walter Kennedy, llevaría a cabo. El plan del dueño era hacerse con los derechos de los Kansas City Steers y mover toda la estructura de los Pipers ahí para establecer la franquicia NBA en esa zona, algo que más tarde se vendría abajo por cuestiones económicas y por el bloqueo de los Royals, que querían evitar a toda costa que Lucas se les escapase.

La tentadora oferta de los Pipers a Lucas era demasiado bonita para ser verdad y el ala pivote nunca vio ni un centavo de todo el dinero prometido, por lo que este comenzó a moverse para buscar una salida. Esta se hizo efectiva en el momento en el que el equipo de la ABL entró en bancarrota, haciendo de Lucas un agente libre en toda regla aunque atado a los derechos de Draft de los Royals. Tras mantener una posición recelosa del baloncesto profesional, el jugador reconsideró su opinión. “Por un lado, sentía que no debería convertirme en profesional, porque puedes dar el ejemplo a los niños mostrándoles que hay muchas cosas más importantes que el dinero. Por otro lado, me he dado cuenta de lo rápido que estaría fuera de la vista del público si no continuara mi carrera deportiva y, en consecuencia, sería menos capaz de lograr muchas de las cosas con los jóvenes y las organizaciones juveniles que espero poder hacer", declaró el interior.

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Así, pese a estar sin ninguna atadura en lo contractual tras la caída de los Pipers, Lucas tuvo que pasar toda la temporada 1962-1963 en blanco, sin poder competir más allá del equipo ambulante que conformó junto a John Havlicek conocido como Fabulous Buckeyes. 

Pero ese tiempo alejado de las canchas no le afectó en absoluto a su juego. Lucas era un talento especial para este deporte, una capacidad innata para competir e impactar sobre la cancha. Con la tinta todavía húmeda por la firma de su contrato con los Royals en agosto de 1963, el ala pivote hizo su debut el 13 de octubre ante los St. Louis Hawks anotando 23 puntos y capturando 17 rebotes para vencer por 23 tantos de diferencia. La espera había merecido la pena, había nacido una estrella. En su primer curso en la NBA el de Ohio fue nombrado Rookie del año, elegido para el All-Star Game, logró terminar tercero en la lista de máximos reboteadores, únicamente superado por Bill Russell y Wilt Chamberlain y quedándose a las puertas de las Finales tras ser eliminados por los Celtics, dejando claro que su potencial era enorme. 

Los Royals nunca llegaron a conseguir alcanzar el éxito pese a tener a Oscar Robertson, Wayne Embry, Jack Twyman y el propio Lucas, el cual con el paso de los años fue bajando su forma física y perdiendo el interés por el baloncesto profesional. "La gente llegó a decir que era un jugador retirado en activo", dijo el jugador a ESPN. Tras ser traspasado a los Warriors en 1969, sería en los New York Knicks donde pudo redimirse, siendo una pieza clave en la consecución del éxito de estos en 1973 jugando de pivote por primera vez desde la universidad.

Elegido uno de los 50 mejores jugadores de la historia de la NBA, incluido en el Hall of Fame del baloncesto, Lucas ocupa la 17ª posición en la lista de reboteadores y es uno de los 37 hombres capaces de atesorar más de 10.000 puntos y rebotes en toda su carrera.

Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.

Autor/es
Sergio Rabinal Photo

Sergio es productor senior de contenido en las ediciones en español de The Sporting News.