Facundo Campazzo: “Si consumís lo que viene desde afuera es dañino”

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Facundo Campazzo

Dicen que los años no vienen solos, y tiene sentido pensar que, cerca de los 31 (los cumple en marzo), Facundo Campazzo se muestre reflexivo y pensante a la hora de frenar el balón y analizar la actualidad. Pero que quede algo bien claro: la sonrisa y la chispa que lo caracterizan no quedan al margen, incluso cuando la conversación navega por aguas más profundas. Y es que así es el argentino, alguien que ha crecido de forma meteórica en su manera de afrontar desafíos, situaciones y complicaciones a lo largo de su carrera, sin perder jamás el ADN que lo caracteriza y lo define. 

Alguien que, como padre de Sara, puede compartir con quien está del otro lado del mundo a través de Zoom, de manera exagerada y bromeando, la “apocalíptica realidad” de la paternidad a medida que pasan los meses de la criatura; o bien, como base de Denver Nuggets, desmenuzar los pormenores de esa montaña rusa que es una temporada NBA, sobre todo en tiempos de pandemia, protocolos y particularidades. Una campaña -su segunda- que lo encuentra asentado y ayudando a un equipo que, pese a un mar de bajas y problemas, se mantiene en el 6° lugar de la Conferencia Oeste (23-20); no sin antes haber pasado por dificultades y pruebas individuales que se sumaron a la gran lista de desafíos que tuvo que afrontar a lo largo de su carrera. 

Desde los vaivenes de una competición única desde todo punto de vista, a la convivencia con el error, las críticas y los elogios. Un Campazzo abierto y sincero, en charla con Sporting News

-¿Ya te acostumbraste a la montaña rusa del día a día de la liga? Por ejemplo, hace unos días (el sábado) aplastaron a Los Angeles Lakers, y al día siguiente no pudieron hacer pie contra Utah Jazz.

-Al principio la notaba un poco cruel. Era como decir "nos sentimos bien, por qué tiene que acabar esto mañana con una derrota durísima si ayer estábamos bien". Pero a medida que pasan los partidos te das cuenta de que es así y lo aceptás, para lo bueno y lo malo. Esto te permite estar siempre con los pies sobre la tierra. No podés estar tan contento o excitado si un partido ganaste y jugaste bien porque al otro día tenés otro; ni tampoco tenés que estar hundido si jugaste mal porque tenés en menos de 24 horas uno nuevo. Si te ponés mal en todos los partidos que vas a perder, es un problema que puede influir en tu juego. La mejor manera es mover la página y gastar tus energías en entrenar, descansar y pensar en la siguiente oportunidad. 

-Pese a estar 6° en el Oeste, parece que el balance de Denver es más negativo que positivo aun con el contexto de bajas, seguramente por la expectativa previa. ¿Cuál es el análisis interno?

-En frío creo que te diríamos que estamos haciendo una buena temporada para el contexto, creo que el balance es positivo. Pero quizás nosotros nos exigimos porque sabemos que así y todo, después de las lesiones, podemos dar un buen nivel, encabezados por (Nikola) Jokic, con un buen nivel de Will (Barton) y con muchos jugadores con talento y puntos en sus manos. Es bueno que nosotros nos exijamos el poder jugar a un buen nivel. Te diría que estamos haciendo una buena temporada, intentando disimular las bajas que tenemos, lo que equivale tener más oportunidades para otros jugadores, como es mi caso; jugadores que por momentos estamos mostrando un buen nivel. Por eso nos exigimos, no nos conformamos. Y por eso la gente también piensa que este equipo puede seguir jugando bien. No queremos pensar en las bajas, somos los que estamos y vamos a ir a la guerra con eso.

 -¿La sienten como una temporada medio extraña? Más allá de las cuestiones de la pandemia y los protocolos, el Oeste está completamente abierto por fuera de los 3-4 equipos que hoy parecen claramente arriba. Y en ese estar abierto hay equipos fuertes, como ustedes, Lakers, Dallas... 

-Tal cual. La posición del Play-in, los que están arriba o abajo, o los que estamos ahí... Tres o cuatro derrotas seguidas te pueden tirar abajo, o si ganás esos partidos empezás a mirar las cosas con otros ojos. Eso también nos mantiene prendidos, sobre todo cuando mostramos un buen juego, porque nos permite mirar de manera más ambiciosa todo. Y eso está bueno porque demuestra que tenemos una mentalidad ganadora, sabiendo los pro y los contra que tenemos. Son bajas muy importantes las que tenemos, que se necesitan y se sienten en los momentos más importantes. Pero sabiendo eso, escondiéndolo y potenciando nuestras virtudes, se pueden hacer bien las cosas. 

-Ahora, es todo tan intenso que ya parece que en el medio hubo un recorrido enorme, pero llevás poco más de un año calendario en la NBA. ¿Cómo viste y viviste este tiempo?

-Es una montaña rusa de emociones. Al principio pensás que lo sabías, pero cuando llegás te das cuenta de que es diferente. Es una vida más acelerada, a veces no sabés ni qué día es de tantos viajes, de salir de una ciudad a otra después de un partido. Sumale los protocolos y demás, la falta de público al principio. Ahora está más normalizado todo y estoy disfrutando un poco más este mundo NBA con la gente y el show. Pero había momentos donde no sabías dónde estabas parado, en qué hotel estabas o contra qué equipo te tocaba, de tantos partidos. Yo no estaba acostumbrado a ese ritmo, al principio me costó un poquito, y me sigue costando eso de parar un poco y pensar, pero ahora lo disfruto a su manera. Disfruto los viajes, jugar, pasarla bien adentro de la cancha, equivocarme como algo que es parte de la adaptación...

-Cuando llegaste dijiste que querías probarte a vos mismo, ver si podías estar en la liga. ¿Cómo evaluás esa situación a día de hoy? ¿Te sentís completamente asentado y respetado?

-Considero que sigo probándome, pero al mismo tiempo siento que puedo competir. Siento que estoy demostrando que puedo estar a la altura de esta liga, en el sentido de competir y tener un rol en un equipo. La verdad es que siento que quiero seguir compitiendo. Sé que me falta muchísimo. Por ejemplo, hay equipos a los que todavía no les puedo sacar mucho la ficha. Al principio no los conocía y jugaba con una marcha menos, algo que de a poco se me está yendo y me permite agarrar confianza. Empiezo a conocer cómo te defienden, cómo son los rivales, la liga, las canchas y demás... Es todo parte de la adaptación. Pero como decía, no me quería retirar el día de mañana sin haberlo intentado, y ahora mi objetivo es competir y mantenerme en esta liga hasta que piense que no me da más el nivel. 

-Hace un tiempo habías dicho que si tenías que escuchar a tu ego, probablemente no estarías allá ahora mismo. ¿Cómo trabajás con esa "batalla" mental de ser otro que no fuiste durante casi toda tu carrera?

-Gran parte de la temporada estoy tranquilo porque confío en ese proceso, en que si corro el ego de lado pueden pasar cosas buenas. Y me siento bien. Obviamente que hay partidos buenos y malos, hay seguidillas malas, también, que son horribles. Ahí entro en la parte de abajo de la montaña rusa (risas), pero confío en el trabajo, en tomar lectura de mi situación, en ver dónde estoy parado en base a quiénes me rodean, pero sin tratar de quitar el ADN que siempre me caracterizó, haciendo mi juego y haciendo jugar al equipo, ganando confianza desde atrás, contagiando energía y buena defensa.

-¿Y en ataque?

-Intento no preocuparme mucho por eso, pero acá si no metés puntos es difícil, entonces intento ser exigente en ese sentido. Pero en líneas generales estoy tranquilo, confiando en el proceso y teniendo las cosas claras. 

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La pérdida de minutos, la recuperación, el error, las críticas y los elogios

Campazzo

Facu habla de “montaña rusa” a la hora de definir lo que pasa en una temporada NBA. Una montaña rusa que, en noviembre, lo vio jugar menos de 10 minutos en cuatro de seis partidos consecutivos, quedando fuera de la rotación principal y hasta no pisando la cancha en uno de esos encuentros. Aunque claro, es la misma montaña rusa que, días después, lo tuvo arriba de los 20 minutos durante casi un mes, siendo valioso para tapar ausencias, completando partidos excelentes y destacándose con highlights virales. Navegar entre ambos extremos sin perder el foco es esencial para seguir adelante. 

-¿Cómo fueron esos días o semanas de minutos basura o quedando afuera de la rotación?

-Al principio costaba un poco, no te voy a mentir. 

-La cara estando sentado en el banco te vendía de cierta manera... 

-Por eso mismo, no te voy mentir ahora. Es difícil, porque me sentía entre contrastes. Venía del Madrid, siendo titular y jugando minutos importantes, y ahora jugaba los últimos minutos. Pero confíaba en ese proceso, sabía que esta montaña rusa que es la NBA en algún momento me iba a poner jugando muchos minutos. Intentaba poner la energía en estar preparado, controlando lo que yo podía controlar. Si puedo controlar mi manera de pensar al entrar, eso es lo correcto. Pero si estoy mal con mi cabeza en el momento en que me toque entrar, voy a jugar mal. Eso lo podía controlar, entonces dije "ya fue, juego lo que tenga que jugar" y al otro día ponía la cabeza limpia y me preparaba mentalmente. Si me tocaba jugar, iba a estar contento y con confianza. La manera en que tomaba esas emociones y las pasaba a la cancha me ayudó mucho, porque de un día para el otro empecé a jugar más y lo hice bien, metiendo la pelota, con confianza, sin miedo a nada.

-¿Y cómo convivís con el mínimo margen de error que tiene tu rol? Antes, por ejemplo, si perdías una pelota en el Madrid no pasaba nada porque jugabas 30 minutos. Acá perdés una pelota, el equipo entra en una mala racha y rápidamente vuelven los titulares. 

-Hay días y días. Aquellos en que me siento que estoy con un poquito de temor por perder una pelota porque sé que si lo hago el rival te castiga mucho, y otros en que me pongo a pensar que si juego con miedo a perder una pelota, lo primero que voy a hacer es perderla. Obviamente que no quiero perder la pelota, o no quiero tomar una mala decisión. Pero mi juego se basa en ir, en arriesgar. Aunque arriesgo cuando ya me siento bien, no en la primera. Pero dejo que eso fluya y ya está, le pierdo temor a dar un pase extra, a jugar un pick and roll o lo que sea. Eso va a ir contagiando a mi juego en ambos lados. Pero, de nuevo, son días y días; a veces me levanto diciendo "hoy no pierdas pelotas, Facundo, porque es muy importante" y otros donde digo "tranquilo, si la perdés, la perdés, no se muere nadie". 

-La NBA es una liga como ninguna en cuanto a lo que se dice, para lo bueno y para lo malo. Un día te podés ver en todos lados por un pase de caño y en otro pueden estar cuestionando cualquier cosa de tu juego, algo que los protagonistas mismos reconocen. ¿A vos te llega ese qué dirán, te entra esa charla?

-El ruido está, cuando jugás bien o cuando jugás mal. Y si consumís lo que viene de afuera es dañino. No te voy a mentir, hay veces que lo ves, porque convivimos con las redes sociales. Antes no le daba bola, dejaba que me entraran las balas y ya estaba, quedaba afuera. Dejaba que dijeran lo que dijeran porque al otro día iba a poder demostrar que se equivocaban, o iba a intentar jugar bien para ganar un partido. Pero hay veces que acá me tocaba jugar pocos minutos, no podía tener un impacto, veía las estadísticas que estaban mal, venía una que otra crítica y decía "qué injusto, no puede ser".

-¿Por qué?

-Porque no podía tener muchos minutos, no podía demostrar, y así y todo me llegaba el mensaje. Antes no pasaba nada: si me insultaban, sabía que al otro día iba a intentar jugar bien. Y acá quizás no podía demostrarlo. Entonces llega un momento donde te entran las balas, y es fuerte, hace daño, en la cabeza, en tu juego, cuando estás con tu familia... En ese momento intenté estar más que nunca con el grupo cerrado, familia, amigos y nada más, sacando lo externo que te podía afectar, tanto lo bueno como lo malo, porque son dos extremos que no terminan de ser reales al 100%. El hateo no va a cambiar, lo que yo puedo controlar es estar con los míos y rodearme de buena energía. Y así terminás saliendo de esa montaña rusa por inercia, jugando tranquilo. De hecho se dio que después tuve una buena racha, y en ese momento incluso trataba de no leer las cosas buenas. Si bien a uno le gusta, hace el mismo daño que lo malo. 

-O sea que ya sabemos que cuando termina un mal partido, hay un Facu masoquista que va al buscador de Twitter y pone "Facundo Campazzo" para leer lo que dicen...

-Noooo, porque directamente me mencionan, así que lo veo aunque no quiera (risas). Es duro, eh. Antes pensaba que no me entraban las balas, pero son tantas que te pegan que alguna te va a entrar. Me pareció un poco cruel. Aprovecho para decirlo para que se pueda ver que existe, porque hay gente que vive con esto durante toda su carrera, y es sumamente cruel e injusto. Yo intenté estar con los míos y mirar para adelante. 

-¿Tenés presente qué pasa el 10 de febrero con el deadline?

-Eh, no. Sé cómo son las reglas del juego, pero estoy tranquilo. El 10 termina, ¿no?

-Sí, ese día es el deadline

-Bueno, ¿ves? Imaginate entonces que ni idea tenía (risas). Estoy tranquilo. Son las reglas del juego y lo hablo con mi familia, que hoy esto puede ser así y al otro día puede ser diferente y hay que estar preparado. 

-¿Cuánto tenés en la cabeza que se termina tu contrato al final de esta temporada y que después llega la Agencia Libre?

-Demasiado hay en la cabeza como para pensar en el futuro, es muy desgastante. Tenés 80 y pico de partidos en la temporada que intentás ganar todos, tenés que ver cómo juegan todos, ¿y encima pensar en el futuro? Ni siquiera intento no hacerlo porque directamente no pienso lo que pueda pasar. Voy día a día, aunque parezca un cliché

Las opiniones aquí expresadas no representan necesariamente a la NBA o a sus organizaciones.

Autor/es
Leandro Fernández Photo

Editor Jefe de las ediciones en español de The Sporting News.