El proceso Indiana Pacers: una estructura construida que se afianza en el Este

Victor Oladipo

Ni el más optimista de los hinchas de Indiana Pacers hubiera imaginado un 2018 como el que cerró su franquicia en la tarde del 31 de diciembre con su triunfo frente a Atlanta Hawks. Con Victor Oladipo como emblema, los Pacers rubricaron un año histórico, impensado tras haber perdido a Paul George en la anteúltima agencia libre. Sin su máxima estrella, Indiana se reinventó, clasificó a playoffs, tuvo en jaque a LeBron James en la primera fase hasta un séptimo partido que era tierra vírgen para el Rey de la NBA y se afianza como el tercer mejor equipo de la Conferencia Este. 

Indiana ingresará en 2019 con 25 triunfos y 12 derrotas, a pocos partidos de Milwaukee Bucks (25-10) y Toronto Raptors (27-11) pero por encima de Philadelphia 76ers (23-14) y Boston Celtics (21-14), dos plantillas potencialmente más completas y profundas que los Pacers. Sin embargo, la franquicia que entrena Nate McMillan y construyó Kevin Pritchard se mantiene por encima de ambas y acecha a los líderes. 

Los Pacers son una anomalía en la NBA. Mientras la mayoría de las franquicias oscila entre períodos de mayor brillantez y de plena reconstrucción, Indiana se mantiene como una constante: clasificó a playoffs en 15 de las últimas 20 temporadas, además de alcanzar las finales de la NBA en la campaña 1999-2000, y las finales de Conferencia en 2003-2004, 2012-2013 y 2013-2014. En ningún momento los Pacers decidieron dinamitar su plantel en busca de un pick alto: siempre encontraron la fórmula para mantenerse competitivos. 

El último proceso empezó en 2013-2014, cuando bajo las órdenes de Frank Vogel alcanzó un récord de 56-26 y sucumbió en las finales del Este frente al poderoso Miami Heat de LeBron James, Dwayne Wade y Chris Bosh. Los Pacers fueron perdiendo activos hasta desprenderse de Paul George, el jugador que heredó el liderazgo del equipo tras el traspaso de Danny Granger, líder anotador durante cinco años consecutivos. 

 

Indiana afrontó un cisma decisivo durante la agencia libre 2017-2018, cuando Paul George amenazaba con marcharse sin dejar nada a cambio en los Pacers. El movimiento ideal parecía sencillo: intercambiar a George por picks a futuro que se convirtieran en selecciones altas mediante la lotería con un equipo destinado a perder. Sin embargo, Pritchard tenía otros planes: transfirió a George a Oklahoma a cambio de Victor Oladipo y Domantas Sabonis. La decisión del GM fue criticada casi por unanimidad: Indiana había entregado a su estrella a cambio de un Oladipo decepcionante que venía de un estrepitoso fracaso como ladero de Russell Westbrook y un Sabonis que lejos estaba de ser el jugador que es hoy. 

Pero Pritchard acertó: Oladipo se convirtió en All-Star, se adueñó del premio al jugador más mejorado de la liga por su fantástica actuación y se convirtió en el líder indiscutido de unos Pacers que finalizaron quintos en el Este y estuvieron a punto de eliminar a los Cleveland Cavaliers de LeBron James en la primera ronda de los últimos playoffs. Sabonis es ahora un jugador fundamental en la rotación, cada vez más afianzado en la liga como un revulsivo desde la banca. Con los dos como pilares y Myles Turner como otro símbolo de un equipo joven y talentoso, Indiana marcha tercero en la actual campaña y se erige como un equipo competitivo para la postemporada. 

 

Sin picks altos desde 2000 (apenas la 10ª selección con la que consiguieron a Paul George en 2010 y la 11ª con la que ficharon a Myles Turner), Pritchard construyó a unos Pacers que encontraron soluciones donde nadie imaginaba. Indiana, tercero en el Este, es una amenaza para toda la liga. Pritchard, Oladipo y el mundo NBA lo saben. 

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