Andrew Bogut, de gigante roto a pivote del mejor small-ball jamás visto

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El 3 de abril de 2010 es un día negro en la historia deportiva de Milwaukee. En su camino a los Playoffs, los Bucks recibían en casa a los Phoenix Suns de Steve Nash. Sin embargo, aquella noche será recordada por la trágica lesión que cambió para siempre la carrera de Andrew Bogut. Hizo trizas el poder dominador del australiano y terminó con el mejor proyecto de la franquicia en años.

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Tardó meses en recuperarse y nunca volvio a ser el mismo. Pudo jugar en la siguiente temporada, pero la oportunidad de aquellos Bucks pasó con su terrible lesión. Pese al dominio exhibido anteriormente en ambos lados de la cancha, la etiqueta para referirse al australiano era la de "jugador de cristal". Ya había tenido problemas antes y tuvo más después. Tras el horror del brazo derecho llegaron los tobillos.

"Probablemente me apresuré en regresar, siendo honesto", admitió Bogut hace años al portal australiano Pick&Roll. "Regresé demasiado pronto. Básicamente fue una lesión de 6 a 9 meses, pero regresé en cuatro. Perdí todo mi toque y cualquier tipo de potencia de mi brazo derecho. Algunos médicos me dijeron que probablemente no recuperaría ese toque durante varios años".

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El primer australiano en ser elegido número 1 del Draft consiguió ajustar su juego a la elección de su clase. En la 2009-2010 promedió 15,9 puntos, 10,2 rebotes y 2,5 tapones, siendo elegido al Tercer Mejor Quinteto de la temporada. Era potencialmente el mejor pivote de la NBA por detrás de Dwight Howard y tenía 25 años. Inteligente como pocos, de juego duro, poderosa defensa y cada vez más difícil de frenar en ataque. La lesión llegó en el peor momento, cuando supo hacerse mental y físicamente a las expectativas. Nunca alcanzó de nuevo ese pico de juego. Estuvo olbigado a reconvertirse.

En cada tiro sentía como si alguien me apuñalara en el codo. Sabía que algo andaba mal y en esa offseason fui a buscar un alcance para limpiarlo. Me operaron de nuevo y había un enorme trozo de hueso flotando en la articulación del codo. Jugar a través de la lesión fue muy difícil".

Además de los problemas físicos, para Milwaukee resultaba un reto tener a Bogut en plantilla. Justo antes de comenzar la 2009-2010 se comprometieron a una extensión de cinco años y 72,5 millones de dólares con el pivote. Era a la vez una apuesta y un deber de la franaquicia. Confiaron en su número 1 del Draft, pero el 3 de abril acabó con todo. Así, con la reconstrucción del proyecto, estuvieron decididos a traspasarle.

Sorprendió la apuesta de Golden State Warriors del 13 de marzo de 2012. La directiva de Oakland ha demostrado con los años su excelente trabajo, pero en aquel momento lanzarse a por la fragilidad y los 14 millones de Bogut parecían una empresa destinada al fracaso. Nada más lejos de la realidad, Mark Jackson estableció su impronta defensiva con el australiano como jefe de su pintura. Veían el potencial de Klay Thompson y no dudaron en mover a un emblema de la afición como Monta Ellis.

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Bogut debutó con los Warriors en la 2012-2013, aunque las lesiones le limitaron a 32 encuentros. Su impacto fue notable: pasaron de ser la 5º peor defensa de la NBA en el curso anterior, recibiendo 107,3 puntos por cada 100 posesiones, a ser 14º con 104,2 puntos por cada 100 posesiones. En el primer año que las lesiones le dieron respiro, la 2013-2014, con 67 partidos, los Warriors pasaron a ser la 3º mejor defensa de la competición con 101,4 puntos. Era la última campaña con Jackson antes de la revolución llamada Steve Kerr.

El exjugador de Bulls o Spurs potenció el ataque de Golden State a golpe de pizarra y conexión psicológica con los jugadores, donde usar las capacidades pasadoras de Bogut fue uno de los reclamos. La explosión de Draymond Green y el small-ball limitaban los minutos del australiano, pero en apenas dos años se había reconvertido de juguete roto a pivote defensivo del equipo de moda. Golden State buscaba correr a matar, pero en Bogut tenían la alternativa para destrozar desde la defensa con él y Draymond al lado. Fue el primer gran mentor de Green en la NBA.

Aunque fue uno de los sacrificados tras el fracaso de 2016 para conseguir la firma de Kevin Durant, no debe quedar en el olvido que Bogut no pudo jugar el último partido de las Finales ante Cleveland. Es cierto que en Playoffs perdía minutos (13,1 ante Cavs hasta su lesión en el Game 6), pero quizás su presencia hubiese servido para decidir desde la defensa un encuentro ajustadísimo.

Llegó tarde a Dallas, equipo que recibió una segunda ronda por comerse su contrato (Tyrell Terry, elegido en el Draft 2020), y terminó cortado para firmar con un equipo de Playoffs. La sorpresa saltó al acordar un contrato con los Cavs. Los de LeBron necesitaban mejorar si querían repetir la obra del año anterior y el australiano era visto como una figura para poner orden en defensa. El bajón de Tristan Thompson era muy, muy preocupante.

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De nuevo, el destino se cruzó ante la tercera gran oportunidad de la carrera del pivote. Después de destrozar su proyecto de estrella en Milwaukee y darle su cuerpo un respiro para triunfar en San Francisco, apenas llevaba un minuto en su debut con los Cavs cuando se fracturó la tibia izquierda. Era el 7 de marzo de 2017, el día que Bogut fue arrebatado de su versión útil en la NBA.

Tuvo una breve etapa con los Lakers preLeBron (2017-2018, 24 partidos) y una última firma con los Warriors (final de temporada 2018-2019) con un MVP y Defensor del Año por el medio en la liga de su país natal. Mientras, seguía liderando a los aussies en los torneos internacionales, pese a terminar poco satisfecho con el partido por el bronce de los Juegos de 2016 perdido ante España. Siempre quedará en el debe de los amantes de este deporte haberlo visto compartir cancha en FIBA con Ben Simmons.

Andrew Bogut with the Larry O

Bogut se despide del baloncesto, aunque por desgracia nosotros lo hicimos de él hace tiempo. Quedará en el recuerdo del aficionado como un tipo muy inteligente, un verdadero artista y gran mente del juego pese a su cuerpo de gigante. No fue Nikola Jokic, porque como el serbio no hay ninguno, pero Bogut era inteligencia, juego férreo y dureza en ocasiones más allá del reglamento. Recordaremos la estrella que pudo ser y no fue, pero al menos tuvo un tiempo donde pudo brillar y alcanzar la gloria.

Las opiniones aquí expresadas no reflejan necesariamente aquellas de la NBA o sus organizaciones.

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